Parotiditis
Introducción
La parotiditis, comúnmente conocida como paperas, es una enfermedad infecciosa viral caracterizada por la inflamación de las glándulas salivales, principalmente las glándulas parótidas. Aunque generalmente es una enfermedad benigna, puede ocasionar complicaciones severas, especialmente en adultos. Su transmisión ocurre a través de secreciones respiratorias y contacto con saliva infectada. Gracias a la vacunación, su incidencia ha disminuido notablemente, aunque sigue presentándose en personas no vacunadas o con inmunidad reducida.
Causas y Agente Etiológico
La parotiditis es causada por el virus de la parotiditis, un miembro de la familia Paramyxoviridae. Se trata de un virus de RNA cuyo único huésped natural es el ser humano.
Modo de transmisión
Aerosoles respiratorios: Gotitas expulsadas al toser, estornudar o hablar.
Contacto directo con saliva infectada: A través de objetos contaminados como utensilios de comida.
Superficies contaminadas: Aunque menos frecuente, el virus puede permanecer en objetos y transmitirse al tocar la boca o la nariz después de haberlos manipulado.
El virus tiene una distribución mundial y suele ser más frecuente en invierno y primavera. Antes de la introducción de la vacuna, la parotiditis era una enfermedad típica de la infancia, con mayor incidencia entre los 5 y 14 años. Actualmente, debido a la vacunación, se observa más frecuentemente en adolescentes y adultos jóvenes no inmunizados.
Síntomas Principales
El período de incubación de la enfermedad es de 12 a 25 días, con un promedio de 16 a 18 días. En un tercio de los casos, la infección es asintomática o se manifiesta con síntomas leves similares a los de una infección respiratoria.
Cuando la enfermedad se desarrolla completamente, los síntomas característicos incluyen:
Fiebre moderada (38–39 °C).
Inflamación y dolor de las glándulas parótidas (puede ser unilateral o bilateral).
Dolor al masticar y al ingerir alimentos ácidos o cítricos.
Malestar general, fatiga y cefalea.
Pérdida de apetito.
Dolor de oído y sensación de presión en la mandíbula.
La inflamación de las glándulas submandibulares y sublinguales puede ocurrir en un 10 % de los casos.
Complicaciones
Aunque la parotiditis suele ser autolimitada, en algunos casos puede afectar otros órganos, generando complicaciones:
Complicaciones neurológicas
Meningitis viral: Inflamación de las membranas que rodean el cerebro y la médula espinal, ocurre en hasta el 10 % de los casos.
Encefalitis: Más grave que la meningitis, se presenta en 1 de cada 4 000–6 000 casos.
Sordera neurosensorial: Puede ser transitoria o, en raras ocasiones, permanente (1 en 20 000 casos).
Complicaciones en órganos reproductivos
Orquitis (inflamación testicular): Hasta el 30 % de los varones pospuberales pueden desarrollarla, pudiendo ocasionar atrofia testicular, aunque la infertilidad es poco frecuente.
Ooforitis (inflamación ovárica): Se presenta en el 5 % de las mujeres pospuberales, aunque raramente causa infertilidad.
Complicaciones pancreáticas
Pancreatitis: Se presenta en un 4 % de los casos, generalmente con evolución leve y sin secuelas.
Otras complicaciones raras
Miocarditis (inflamación del corazón).
Nefritis (inflamación renal).
Artritis transitoria.
En mujeres embarazadas, la infección en el primer trimestre aumenta el riesgo de aborto espontáneo, aunque no se ha demostrado que cause malformaciones congénitas.
Diagnóstico
El diagnóstico de la parotiditis se basa en la clínica, pero puede confirmarse mediante pruebas de laboratorio:
Pruebas virológicas
PCR (Reacción en cadena de la polimerasa): Detecta el RNA viral en saliva, exudado bucal o líquido cefalorraquídeo (en casos de meningitis).
Cultivo viral: Poco usado debido a su complejidad.
Pruebas serológicas
IgM específica: Confirma la infección en la fase aguda.
IgG: Se requiere un aumento significativo entre la fase aguda y la convalecencia.
El diagnóstico diferencial incluye infecciones por otros virus (influenza, parainfluenza, enterovirus, CMV y VIH), así como infecciones bacterianas (Staphylococcus aureus) y afecciones no infecciosas como cálculos salivales y el síndrome de Sjögren.
Tratamiento
No existe un tratamiento antiviral específico para la parotiditis. El manejo es sintomático y se basa en:
Reposo y aislamiento (evitar contagios).
Analgésicos y antipiréticos (paracetamol o ibuprofeno).
Compresas frías o tibias para aliviar la inflamación.
Evitar alimentos ácidos que estimulen la producción de saliva.
Hidratación adecuada.
En casos de orquitis, se recomienda reposo absoluto y aplicación de hielo local.
Prevención y Vacunación
La principal medida de prevención es la vacunación con la triple vírica (sarampión, paperas y rubéola – SPR), que contiene un virus atenuado de la parotiditis.
Esquema de vacunación
Primera dosis: 12–15 meses de edad.
Segunda dosis: 3–4 años de edad.
En caso de brotes en adolescentes y adultos jóvenes, se ha demostrado que una tercera dosis de refuerzo puede aumentar la protección.
Eficacia de la vacuna
Una dosis: 78 % de efectividad.
Dos dosis: 88 % de efectividad.
A pesar de la vacunación, pueden ocurrir brotes en comunidades con baja cobertura vacunal o en personas cuya inmunidad ha disminuido con los años.
Conclusión
La parotiditis es una enfermedad viral altamente contagiosa que, aunque generalmente benigna, puede generar complicaciones severas. La vacunación ha reducido significativamente su incidencia, pero es fundamental mantener altas coberturas de inmunización para evitar brotes. Ante la aparición de síntomas, es clave el aislamiento, el manejo sintomático y la consulta médica para descartar complicaciones.